23 agosto, 2009

Principe Azul

La gente sola imagina encuentros, pero en muy pocas ocasiones esos encuentros son los novelezcos imaginados.

Tengo una amiga muy mona. Hace años que está sola y disfrutando "inconvenientemente" de relaciones ocasionales. Ella supo odiar muchas cosas en muchos hombres. Que miraran fútbol, que sean gordos, que les faltara algún diente, que no tuviesen dinero o profesión, que sean muy morochos o blancos lechosos. Que tuvieran pelos en la espalda o sean calvos.

Mira al detalle hasta las uñas de sus pies.

Hace un par de meses accedió a una invitación que su empresa le facilitaba. Uno de esos recitales que son todo un éxito en "La Trastienda".Asistió con un amigo gay que la abandonó a los 15 minutos de llegar.

Sola, mona y sentada en una mesa. Pidió su copa y haciendo de tripas corazón decidió quedarse y sondear el panorama.

No pasaron 10 minutos que ya tenía a un buen señor, un tanto mayor, merodeando. -Que no y que no-, le decía. Entonces se acercó el amigo del señor mayor...y la cosa se trasladó a un intercambio de opiniones sobre su persona en un tono más alto y con un aliento un tanto más cavernet.

Para ese entonces ya estaba ella buscando con la mirada a alguien de seguridad cuando percibió un par de oscuros ojos clavados en ella.

Facciones árabes, entre 35 y 40 años, y el aspecto de un león que iba a saltar y a jugarse por ella.

No terminó de pensar eso cuando el boludo que la insultaba la tomó por el brazo.

Nunca supo para que.

El león árabe se acercó en un abrir y cerrar de ojos. Tomando con sus manos el brazo violador lo obligo a sentarse aplicando una torsión de combate. Luego tomó su cartera se la dió a mi amiga y tomándola de la mano la sacó de allí.

Una vez afuera ella le dio las gracias y quiso seguir hablando pero el la miró de una manera apasionada y endiablada. Hizo un gesto negativo con la cabeza sin pronunciar palabra y comenzó a andar, como para irse. Solo.

Ella se quedó sobre Defensa para cazar algún taxi. Pero decidió seguirlo apurando el paso para alcanzarlo.

Y lo alcanzó. Cuando el escuchó sus tacos se dio vuelta y la esperó. Ella no hizo más que apurar el paso, como si ese hombre fuera su príncipe azul.

Y el abrió los brazos y la recibió, como si la conociera de toda la vida. Y ella buscó su boca y lo besó y el se dejó besar y siguieron unos pasos hasta la pared más próxima. Y ella le dijo mil veces gracias y el no dijo nada solo -Shhh- y así siguieron con el chapoteo de los besos. Y después a un hotel cercano. Y los mimos, los cuidados, más besos y la mañana.

6 horas de amor y una hora de sueño.

¿Su príncipe azul tendría nombre?

Si.

-fe fe fe fedede rico

Hasta ese día odió también a los tartamudos.