18 octubre, 2009

FUERA DE LUGAR

Me gusta sentirme fuera de lugar.
Fuí a comer sola. Tenía ganas de masticar algo. Me clavé un asadito mirando el río.
En realidad me lo estaba clavando cuando se me fué llenando de yuyos la quinta. Una vecina con una amiga -de ella- se estaban por ubicar en una mesa ahí nomás, al lado.
-Hola! que que que y co co co...-habla como gallina. Y vinieron dos más y me dí esa licencia.
La de hablar de bueyes perdidos y del día de la madre y las suegras.
Yo miraba de vez en cuando al río y me perdía en mi barco...naufragando en un charco de coca cola.
Y me sentí fuera de lugar. Como en una reunión de Tapper.
Y a pesar de los ja ja ja y los je je je, seguí clavándome el asadito lo más pancha, como si fuera yo la mina más sola y tranquila del mundo.
Bueno, mi compañía se transformó en un gran tubo de ensayo.
No termino de entender hacia donde van estas mujeres-sé que no tengo porqué hacerlo-pero todas están en pareja y no puedo entender la crueldad de someter a sus hombres al tin tin de sus voces y comentarios de por vida.
Mi conclusión. No le hacen daño a nadie pero tampoco van a cambiar el mundo.
Y yo como siempre, en el lugar equivocado.