24 febrero, 2009

Olores

Que alguien se empeñe en comer sushi y, mientras lo hace hablar del sushi y de la historia del sushi y de como se puso de moda el sushi y de las carácterísticas de la gente que gusta del sushi...es tan pesado como comerse un kilo de torrejas fritas en grasa bañadas en caramelo.
Pero todo esto además, sentada a espaldas de un niño de unos 14 años, parapléjico, es toda una bofetada al sagrado cuidado que una le puede prodigar a sus fines de semana.
A estas alturas, seamos sinceros, nadie discrimina, solo que hay realidades que no queremos ver.
Mientras mi amigo hablaba con la boca llena de sushi, comenzó a envolvernos una nube opaca a la que hasta se podía ver llegar por su densidad.
El niño de la silla se había cagado a lo grande. Mamá y papá siguieron comiendo como si nada.
Claro ¿Que no tienen derecho a comer?
Creo que estaban esperando que alguien les dijera algo.
Pero la culpa es mía.
Cuando me sentaba en la sección de fumadores, esto, no me pasaba.

Mientras tanto el dueño-chino, veía irse unos miles de pesos por su puerta escondidos entre la gente que esperaba turno de mesa y dejó de esperar.